Resumen clase “Creación de contenidos en Televisión”
Aquí os dejo un pequeño resumen de una clase que di para los alumnos de periodismo de primer curso de la Universidad Camilo José Cela.
Soy una enamorada de la televisión y me encanta trabajar en ella. Sin embargo, quise emplear un tono ácido para explicarles a estos futuros comunicadores que no todo es tan mágico como aparenta.
Para entenderlo ¿qué tal si empezamos con una anécdota? No es mía, nos la cuenta Mariola Cubells en su libro “¿Y tú qué miras?” pero me parece muy gráfica para empezar a entender cómo se deciden los contenidos en Televisión:
No sé si habéis visto El ala oeste de la Casa Blanca. Hay una escena en la que Martin Sheen, el actor que interpreta al Presidente de Estados Unidos, habla con Toby, unos de sus asesores, y le dice:
“Anoche estaba viendo un programa de televisión, con una especie de moderador errante, que se dirigía a unas cuantas jóvenes sentadas que tenían algún tipo de problemas con sus novios. Por lo visto, ellos se habían acostado con las madres de sus novias. Y entonces sacaron a los chicos y todos se pelearon allí mismo, en la tele. Toby, dime una cosa, ¿esta gente no vota, verdad?”.
Pues sí, esa gente vota.
Es ficción sí, pero esta escena muy significativa. Los grandes estadistas y catedráticos de Periodismo o Comunicación Audiovisual no suelen ver la televisión. Y les encanta decirlo.
Perdón, no es que no vean la televisión, es que no ven “majaderías”. Están demasiado ocupados para perder el tiempo. Por eso no conocen los lenguajes absurdos, las boberías y las banalidades que llenan horas y horas de programación y que cada día se tragan millones de ciudadanos de nuestro querido país.
Creen que todo el mundo ve la CNN y ni quiera saben que hace casi dos años que dejó de emitir en España.
Hace poco, recibí una llamada de unos sociólogos…estaban investigando sobre cómo se tratan los delitos en televisión. Su hipótesis era que ahora había menos crónica de sucesos. Según escuché esto dije “está claro. No ven la tele”.
Es lo que le pasaba al Presidente de Estados Unidos en esta escena que acabo de contar. Sí, esa gente vota. En nuestro terreno se traduce en, “sí, hay gente que obtienen casi todo su estímulo intelectual a través de la tele”.
Esa gente conforma los 17 millones 30.000 hogares que hay en España. De ellos, 7.507.00 (un 44%) tienen un solo televisor en casa. Y 9.522.000 (el 56%) tiene dos o más. Eso nos deja solo unos 1000 hogares, de tipos raros y raras que no tienen tele.
Casi el 90% de los españoles ve la tele una media de 4 horas al día. Menos los raros, claro.
Doy estos datos porque es importante saber que estamos en el siglo de oro de la televisión. A pesar de internet, la tele se ve, nos influye, nos cabrea, nos alegra. Y, por supuesto, la gente que ve la tele, vota. Por supuesto que vota.
Quería contaros, porque igual no lo sabéis, que el panorama del “negocio” porque obviamente es un negocio, televisivo, es muy, muy crudo.
Más datos:
Tres de cada cuatro formatos que se estrenas, fracasan.
Solo 5 de las 13, ahora 12 televisiones autonómicas -tras el cierre de Canal Nou-, superan el 5% de share.
¿Sabéis lo que es share? (Porcentaje de personas que están viendo la tele y seleccionan tu canal, tu programa).
La TDT no ha cumplido ni una sola de las expectativas que generó.
La inversión publicitaria ha caído, muchísimo. Un 50% (de 3.500 millones a solo 1.700 millones). Esto, en cinco años.
DOS NOMBRES:
Maurizio Carlotti Vicepresidente de Atresmedia
Paolo Vasile Consejero Delegado de Mediaset España
Veamos su idea de la televisión:
“Telebasura es todo programa que baje de un 20%”
“En Telecinco hacemos televisión para vender publicidad”
“Si hiciera la tele que me gusta de verdad, no sería negocio”
Entre estos dos grupos privados, se llevan el 55% de la audiencia y el 84% del dinero de los anuncios.
Luego está RTVE. Que no es comercial.
Éste es el panorama.
La buena noticia, es que el espectador ya no es tan inocente. Ahora lo sabe casi todo sobre lo que NO SE VE en pantalla.
Y dicho todo esto, hay que arrancar con un concepto que los marca todo, lo coloniza todo: la AUDIENCIA. Es sagrada.
Como dijo Jorge Javier, presentador de Telecinco: “¡Yo trabajo en una cadena comercial y mi trabajo es hacer un programa que la gente vea! Y al final la gente te dice todos los días qué quiere ver, con las audiencias. Somos titiriteros, y si la gente no te quiere pues echas la lona y pa´tu casa”.
¿Cómo nos afecta a los que trabajamos en la tele la audiencia? Mejor, os pongo un ejemplo. Lo vais a entender enseguida.
RECIBES MENSAJE CON LA AUDIENCIA.
Ocho de la mañana. Has tenido programa el día anterior. Suena un mensaje en el móvil. Es un mensaje que da miedo. Te tiembla la mano al abrirlo. Son los datos de audiencia de tu programa. Solo piensas “un buen dato, un buen dato…de dos dígitos a ser posible”.
Una cifra letal, que no alcance los dos dígitos ¡ni siquiera dos dígitos! Condiciona tu día entero o incluso, tu futuro inmediato y el de todos tus compañeros de programa. Has estado trabajando en ese programa durante días, meses (no mucho más porque los programas ya no duran…), dejándote la piel, horas y horas…
De ese puñetero dato depende que sigas trabajando o no, y si lo haces, llegues a la redacción como un triunfador o como basurilla.
De que la audiencia baje la media de la cadena depende que el productor delegado te ponga una alfombra roja o que tu tarjeta de entrada a la cadena esté a punto de caducar.
Cada punto de más o de menos de share lleva asignado unos 18.000 millones de euros que se pueden ganar o dejar de ganar. Así de simple.
Las estrategias de programación de las cadenas se basan en la RENTABILIDAD.
Tras cada estreno, tras cada emisión, los jefes de la cadena, la productora y del programa se reúnen, sobre todo si ha ido mal la audiencia, para analizar la “famosa curva ascendente”, el famoso “minuto a minuto”.
En largas reuniones empiezan a analizar la curva “en el minuto 23 hubo una fuga de espectadores… ¿qué teníamos allí? ¿Dónde estaba Telecinco?…El vídeo era muy largo, no tenía ritmo, no me extraña que la gente hiciera zapping. A ver, la información internacional no le interesa a nadie ¿a quién coño le interesa Siria? Abramos con playas, joder, qué manía…”
Buena parte de lo que se apunta aquí sirve para decidir el siguiente programa o para confeccionar la línea informativa.
¿En qué lo notan los espectadores? Pues en que puede que la trama de la serie que estabas viendo se diluya, puede que desaparezca el programa que tanto te gustaba o, con simplemente, que se abandonen determinados temas que “no venden”.
Todo esto, siempre basándose en lo que “los espectadores reclaman”, es decir, en función del comportamiento que tuvieron con el mando a distancia, aquellos que tienen un audímetro en casa.
Y vosotros que pensabais que el dedo en el mando era irrelevante…!!!
Recuerdo una vez una reunión de un programa que no voy a contar…el programa había ido fatal y había que decir hacia dónde tirar. Recuerdo al director como un loco mirando la curva de audiencia, ir al pico y decir “esto es lo que la gente quiere ver”. En qué momento se me ocurrió comentar en alto “hombre, si tú le preguntas a la gente que dónde han comido hoy, probablemente nos dirán que en comedor de Telecinco, o un tupper que se han traído de casa, un bocadillo…Pero si les preguntas que dónde querrían comer mañana, que nosotros los invitamos, seguro que no elegirían ninguna de esas tres opciones.
En mi opinión, lo que dicen las audiencias es lo que la gente vio ayer, no lo que le gustaría ver
¿Deberíamos quizás cambiar la manera en que se miden las audiencias?
ADEMÁS DE LA AUDIENCIA…ESTÁ LO QUE CUESTA…
Todo programa de TV tiene un precio
¿Por qué Comando Actualidad, con un 15% de cuota de pantalla en La 1, sería más rentable (en una televisión con publicidad) que la serie Aída que consigue una media de un 20% en Telecinco?
¿Es normal que CSI Miami, con su 14% de cuota, compense más a Telecinco que el exitoso estreno de Los Pilares de la Tierra en Cuatro, que obtuvo un 30% de share?
¿Por qué el consejero delegado del grupo Antena 3, Silvio González, aseguró que, a pesar de la victoria de España en el Mundial de Fútbol de Sudáfrica, los partidos de “la Roja” no eran rentables para una cadena de televisión?
La respuesta está en el PRECIO que pagan las cadenas a las productoras o distribuidoras por los diferentes productos y derechos televisivos. El coste por programa fijado depende de la franja de emisión (por su mayor o menor consumo televisivo) y de la audiencia que consigue. Todo ello determinará la rentabilidad del programa, o sea, los beneficios o pérdidas que se trasladan a sus cuentas de resultados.
Sin embargo, no siempre es así. Hay formatos cuyo precio no se corresponde con el número de espectadores que convocan. Esto motivó, por ejemplo, la renuncia de determinadas cadenas a generar nuevos programas de entretenimiento en late night. Se dieron cuenta de que reposiciones de series o películas americanas consiguen audiencias correctas en esta franja y el coste es mucho menor.
Esta ley no es perfecta y también hemos visto que a veces se programan nuevamente programas de estreno para esta franja de late night (por ejemplo, Los Especiales de Nacho Abad en A3), a precios, eso sí, menores a los que se pagaban antes.
La 1, que ahora está sólo en la batalla por la audiencia, y ya no en la captación de publicidad, tiene un buen filón en sus telenovelas latinoamericanas, líderes siempre a primera hora de la tarde, por la mitad de precio que cuesta Sálvame.
Las estrategias de programación de las cadenas, repito, se basan en la rentabilidad. A continuación apuntamos cantidades aproximadas de coste de programas para que la cuenta de resultados acabe en números azules.
Series españolas: entre 200.000 y un millón de euros
La cara de la ficción española es que consigue buenas audiencias, pero su cruz está en los elevados presupuestos que requiere la creación de ficciones originales, siempre dependiendo de franjas y cadenas.
Un capítulo de serie semanal de prime time, con una duración neta de 70 minutos, cuesta desde 300.000 euros en Cuatro (Hay alguien ahí) hasta más de 800.000 euros en grandes producciones como Águila Roja (La 1) o las novedades de la próxima temporada como Tierra de lobos (Telecinco) o El Tiempo entre Costuras (Antena 3).
Grandes series USA de prime time: entre 50.000 y 90.000 euros
Las series americanas cuestan a las cadenas mucho menos que las españolas, considerando también que no tienen las audiencias millonarias de las hechas aquí y que se explotan en decenas de mercados de todo el mundo. Sin embargo, cuando una cadena acierta con el producto (como le ocurrió a Telecinco con CSI, a Cuatro con House), las ficciones estadounidenses acaban siendo más rentables que las nuestras, aunque en las renegociaciones los distribuidores americanos intentan forzar precios al alza.
Las ficciones ‘made in USA’ se compran a las ‘majors’ en ‘paquetes’ que incluyen otras producciones menores, pero su precio por capítulo oscila entre 50.000 y 90.000 euros, entre tres y seis veces menos que una serie española, si bien esta última tiene mayor duración.
Por otra parte, las series españolas tienen la ventaja añadida para las cadenas que las producen de permitir numerosas reposiciones, mientras que las “majors” incluyen un número limitado de pases y cobran un “extra” por los nuevos pases.
“Gran Hermano” y “La Voz”, hasta 15 millones de euros por edición
Resulta difícil calcular el precio diario que le supone a una cadena de televisión emitir un gran reality show, debido a su carácter de macroprograma “río” que impregna toda la programación.
La puesta en marcha de un gran formato como Gran Hermano puede costar cerca de 15 millones de euros trimestrales a Telecinco. Eso sí, este millonario presupuesto resulta rentable para la cadena ya que incluye 26 galas de prime time, resúmenes diarios y material constante para los magacines.
Los grandes ‘talent shows” como Operación Triunfo o Más que baile o Mira quien Salta la inversión es algo menor, en torno a los 600.000 euros por programa, cantidad similar a la de las grandes series.
“DEC” y “Deluxe” se mueven en los 400.000 euros semanales
Los programas de corazón de los viernes (Sálvame Deluxe y DEC) cuentan con un presupuesto similar para sus respectivas cadenas (Telecinco y Antena 3), que ronda los 400.000 euros por programa. Sin embargo, el precio del programa incluye entre 100.000-200.000 euros para pago de grandes invitados en exclusiva.
Docushows o espacios de reportajes por 35.000 euros a 70.000 euros
Los docu-realities de reportajes como Salvados, Callejeros en su día o Palabra de Gitano se han revelado como uno de los géneros más eficaces del momento en televisión. Este tipo de programas pueden ser líderes de audiencia con un share cercano al 20% cuando aciertan en el tema, aunque su coste no suele superar los 70.000 euros, hasta diez veces menos que una gran serie española de prime time.
“Sálvame” o “Te vas a enterar”, “Más vale tarde” alrededor de 80.000 euros diarios
Los magacines diarios de producción propia pueden constituir un excelente negocio para las cadenas, ya que pueden congregar a un 18% de share en casi tres horas (como es el caso de Sálvame), mientras que no suelen costar más de 80.000 euros diarios.
“Pasapalabra” y “La Ruleta” se mueven en los 60.000 euros
Los concursos diarios como Pasapalabra (tarde de Telecinco) o La Ruleta (mañana de Antena 3) suelen tener un coste diario para la cadena que ronda los 60.000 euros, variable en función de la franja de emisión, la veteranía de la cadena.
“El hormiguero” y “El intermedio”, hasta 80.000 euros diarios
Los espacios de entretenimiento diario que abren el ‘access prime’ time de las cadenas, como El Hormiguero o El Intermedio, cuestan a las cadenas entre 70.000 y 80.000 euros.
Los magacines matinales: alrededor de 70.000 euros
Las cadenas nacionales destinan alrededor de 70.000 euros diarios a sus respectivos magacines matinales, El programa de Ana Rosa (Telecinco), Espejo Público (Antena 3), La mañana de La 1 o Las mañanas de Cuatro.
Se trata sólo de una cifra orientativa, ya que algunos de estos magacines se ven incrementados por el caché de su presentadora, caso de Ana Rosa Quintana en Telecinco, o de los sueldos más o menos elevados de sus colaboradores, como es el reciente fichaje de Nacho Abad por Antena 3.
Este baile de cifras es necesario para comprender qué lleva a una cadena para decantarse por un tipo de contenidos u otros.
Obviamente, las estrategias de rentabilidad son solo una parte, bastante importante eso sí, a la hora de elegir qué se programa. Existen muchos otros criterios a la hora de decidir un contenido y cómo contarlos, aparte del criterio económico. Pero eso merecería un capítulo nuevo.
Lo que está claro que las cadenas de televisión SON EMPRESAS y deben decidir qué productos lanzan al mercado como cualquier otra empresa: en función de su coste y su posible rentabilidad; en nuestro caso, medida en audiencia, que se traduce en dinero que los anunciantes están dispuestos a pagar por poner un anuncio en tal o cual programa.
Me gustaría hacer un paréntesis para explicaros que todos los que trabajamos en televisión no estamos locos o nos da igual el contenido. Buena parte de ellos que presentan, dirigen, coordinan…que vosotros consideráis “infames” suelen ser listos. Algunos incluso, inteligentes. Leen libros, son buenos padres de familia, tienen ética…Bueno, también los hay lerdos, eso está claro.
El caso es que después de hacer un programa, a veces por dejado de sus posibilidades intelectuales, llegan a casa y se poner a ver series de la HBO o a leer libros reputados. Van a la ópera, a conciertos…
Y esta capacidad de los profesionales del medio para estar en un sitio y en otro, para vivir con las neuronas disociadas, es uno de los pilares básicos en los que se asienta la tele.