“No me mola una mierda que me llamen fotógrafo de guerra”
FOTOGRAFÍA EMILIO MORENATTI
La concesión a Samuel Aranda del prestigioso World Press Photo hace 2 años es el punto de partida del documental “No me llames fotógrafo de guerra”. Una interesante aproximación al trabajo de una nueva generación de fotoperiodistas que han cubierto las grandes guerras de este violento siglo.
El reciente asesinato del periodista estadounidense James Foley, brutalmente decapitado por terroristas del llamado Estado Islámico tras 22 meses de cautiverio, encumbra de nuevo esta valiosa profesión.
Sin duda, los fotoperiodistas hacen un gran sacrificio para contar la verdad, describen el infierno en la tierra, la sinrazón… Se necesita gente con el valor y las agallas suficientes para acercarse al peligro y documentar lo que está pasando, mostrar al mundo una parte de los horrores que nos rodean. Y es que, los fotoperiodistas no solo capturan una historia, nos hacen plantearnos muchas cosas.
Al menos eso es lo que han conseguido centenares de profesionales que cada día se juegan la vida. Una gran generación de comunicadores a los que va dedicado el documental “No me llames fotógrafo de guerra”. Reflexiones sobre una forma de hacer periodismo…de otra manera.
Como la del fotoperiodista Manu Brabo, capturado por el ejército regular libio y ganador del premio Pulitzer en 2013 por su cobertura de la guerra civil en Siria. “Uno no deja de pensar que está labrándose un futuro, una profesión a costa de que haya un crío muriéndose delante de ti”. “Estamos hablando de unas cifras infernales. Estamos hablando de que la guerra de Siria lleva ya casi el mismo tiempo que la guerra civil española. Es que no sabes contra quién es la guerra. La guerra es contra todo”.
FOTOGRAFÍA: MANU BRABO
Álvaro Ybarra Zavala lo tiene claro, “la fotografía va ligada a tu condición como persona. No es un trabajo, es una forma de vida”.
Quizás es mucho más que eso…es dotar de imagen a aquellos que el sistema capitalista desplaza de lo visible, a aquellos en quienes la vida late de un modo distinto, de un modo que solo comparten los que ya conocen lo que es estar muerto.
Sus fotografías giran en torno a las emociones, perturban a los lectores, nos hacen tomar conciencia…aunque a veces no es suficiente para cambiar las cosas. “¿Cómo tratas a esas personas para que por lo menos no seas un mentiroso ni un cabrón?”, se pregunta Brabo. “No creas que voy a salvar tu vida, no creas que van a venir aquí las Naciones Unidas en un helicóptero y os van a sacar a todos, no creas que os van a mandar refuerzos los yanquis. No. Yo estoy aquí, voy a hacer la foto. Igual alguien la ve y quiere cambiar las cosas pero lo único que voy a cambiar ahora mismo es mi vida. No voy a cambiar ni la tuya”. Y es que quizás “la gran aportación que puede hacer la fotografía es mostrar de forma honesta y empática el sufrimiento del ser humano”, como asegura la también fotoperiodista Sandra Balsells.
Algunos de los profesionales que construyen este documental han ido más allá de su labor informativa, como es el caso de Fernando Moleres quien, tras años de impecable profesión, ha creado la asociación Free Minor África donde acoge a chavales de Sierra Leona que han estado en la cárcel y a los que Moleres pudo fotografiar. Reinserción a través de la educación, ése es su granito de arena para un país donde la vida apenas tiene valor.
“Tú quieres ser un buen fotógrafo, tú quieres hacerte famoso…empiezas así, no se empieza con el corazón del todo”, comenta el fotoperiodista, “pero esto, a lo largo de los años te mina y si verdaderamente no estás con el corazón, no aguantarás. Pretender cambiar la situación uno solo con una fotografía es una idiotez. Para no caer en el desaliento en la profesión hay que tener una visión un poco más global y saber que nuestro trabajo no es fundamental, que no vamos a cambiar de forma drástica la situación. Desgraciadamente los que ponen las vidas para cambiar las cosas siempre son los mismos”.
“No todos son de Alqaeda, ni islamistas” explica Samuel Aranda. “Hay una industria del miedo. Si les tenemos miedo, vemos bien que bombardeen con aviones no tripulados en Yemen o que invadan Irak o que lleguen a Afganistán y que ocupen el país”.
FOTOGRAFÍA SAMUEL ARANDA
Ganador del World Press Photo en 2012 por esta fotografía en la que Fatima al-Qaws sostiene a su hijo Zayed, de 18 años, visiblemente afectado por el gas lacrimógeno que la policía lanzó a los manifestantes, en Sanaa, Yemen. Ocurría el 15 de octubre, durante la Primavera Árabe.
Al menos 12 personas murieron aquel día y otras 30 resultaron heridas. Fatima encontró a su hijo entre los heridos en una mezquita que servía de improvisado hospital. Zayed estuvo en coma durante dos días después del incidente. Apenas un mes después, el 23 de noviembre, el presidente Saleh voló a Arabia Saudí, y firmó un acuerdo mediante el que transfería el poder a su vicepresidente, Mansur Hadi Abdurabu. El gobierno de Saleh finalizó formalmente cuando Hadi fue nombrado presidente tras las elecciones del 25 de febrero de 2012.
Cuando hemos visto muchas imágenes, hay cosas que ya no nos sorprenden pero esta fotografía fue elegida entre cien mil instantáneas porque “refleja el lado humano de la primavera árabe”, nos hace comprender el horror.
El documental nos acompaña por un recorrido en el que compartimos los miedos, los dilemas y las dificultades que rodean a estos profesionales pero también deja en evidencia uno de los grandes problemas: hay pocos medios nacionales que apuestan por contar este tipo de historias de manera más personalizada.
Es prácticamente imposible que un medio español mande a un fotoperiodista a cubrir una guerra. Tiran de agencias internacionales o de freelance que ya están sobre el terreno. ¿No hay dinero? Quizás sí lo hay para otro tipo de historias (como las deportivas). Se trata más bien de priorizar la información.
Samuel Aranda, Emilio Morenatti, Moisés Samán, Álvaro Ybarra Zavala, Fernando Moleres, Manu Brabo, David Airob, Sandra Balsells, Santiago Lyon, Ricardo Gutierrez, David Furst, Patrick Di Nola, fotoperiodistas y sus editores en The New York Times, El País, Associated Press o Getty Images son los encargados de desmitificar la imagen que tenemos de esta profesión para que podamos conocer más a fondo su trabajo.