Imagen de portada: Paul Hansen Fotografía: Manu Brabo Hoy hablamos de Crimea, hace poco las miradas se dirigieron a Siria. ¿Qué me decís de Libia o de Egipto? Sí, también se habló de aquellos conflictos durante unos días. Cada vez resulta más evidente el carácter efímero de los titulares. Y es que tres años de guerra, como es el caso de Siria, “ya no venden”. Las noticias de allí no dan audiencia, no hacen atractivos los periódicos, provocan que los oyentes cambien de emisora. O eso se empeñan en hacernos creer, porque en tan solo un minuto y medio, Save the Children ha conseguido que comprendamos los terribles estragos de una guerra. Es increíble la capacidad que tienen -tenemos- los medios para pasar a la siguiente información con la conciencia tranquila. Y es que los medios, la mayoría de las veces no están interesados en reproducir lo que sucede, sino en ganar a la competencia. “Sufrimiento sin titulares”. “La sociedad de la apatía”. “La globalización de la indiferencia, la que ha olvidado la experiencia del llanto”. En eso nos hemos convertido. Lejos del interés de occidente, muchas guerras permanecen hoy activas. Demasiadas heridas que no han conseguido cerrarse pero que ni siquiera son capaces de captar un segundo de nuestra atención. Cuando los focos se encendieron para apuntar hacia Afganistán tras los atentados del 11S, nadie se interesó durante demasiado tiempo. Bush lanzó su “Operación Libertad Duradera” como castigo a los talibanes por acoger a terroristas de Al Qaeda. Capturado y asesinado Bin Laden, pese a la caída del régimen talibán y la posterior estrategia de los Estados Unidos nombrando a Karzai presidente, la violencia continúa…pero los titulares han desaparecido. Es vergonzoso hablar por ejemplo de la República Centroafricana donde todavía hoy se siguen produciendo imágenes terribles que no han aparecido en casi ningún medio de comunicación. Durante la Guerra de Bosnia, en Srebrenica, un enclave declarado como “seguro” por Naciones Unidas, 8000 bosnios musulmanes fueron masacrados por el general serbio Ratko Mladic en lo que se considera el mayor genocidio perpetrado desde la Segunda Guerra Mundial. A día de hoy, cerca de 2000 cadáveres no han podido ser aún identificados. Un conflicto que ha sido sistemáticamente olvidado por...
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FOTOGRAFÍA EMILIO MORENATTI La concesión a Samuel Aranda del prestigioso World Press Photo hace 2 años es el punto de partida del documental “No me llames fotógrafo de guerra”. Una interesante aproximación al trabajo de una nueva generación de fotoperiodistas que han cubierto las grandes guerras de este violento siglo. El reciente asesinato del periodista estadounidense James Foley, brutalmente decapitado por terroristas del llamado Estado Islámico tras 22 meses de cautiverio, encumbra de nuevo esta valiosa profesión. Sin duda, los fotoperiodistas hacen un gran sacrificio para contar la verdad, describen el infierno en la tierra, la sinrazón… Se necesita gente con el valor y las agallas suficientes para acercarse al peligro y documentar lo que está pasando, mostrar al mundo una parte de los horrores que nos rodean. Y es que, los fotoperiodistas no solo capturan una historia, nos hacen plantearnos muchas cosas. Al menos eso es lo que han conseguido centenares de profesionales que cada día se juegan la vida. Una gran generación de comunicadores a los que va dedicado el documental “No me llames fotógrafo de guerra”. Reflexiones sobre una forma de hacer periodismo…de otra manera. Como la del fotoperiodista Manu Brabo, capturado por el ejército regular libio y ganador del premio Pulitzer en 2013 por su cobertura de la guerra civil en Siria. “Uno no deja de pensar que está labrándose un futuro, una profesión a costa de que haya un crío muriéndose delante de ti”. “Estamos hablando de unas cifras infernales. Estamos hablando de que la guerra de Siria lleva ya casi el mismo tiempo que la guerra civil española. Es que no sabes contra quién es la guerra. La guerra es contra todo”. FOTOGRAFÍA: MANU BRABO Álvaro Ybarra Zavala lo tiene claro, “la fotografía va ligada a tu condición como persona. No es un trabajo, es una forma de vida”. Quizás es mucho más que eso…es dotar de imagen a aquellos que el sistema capitalista desplaza de lo visible, a aquellos en quienes la vida late de un modo distinto, de un modo que solo comparten los que ya conocen lo que es estar muerto. Sus fotografías giran en torno a las emociones, perturban a los lectores, nos hacen tomar conciencia…aunque a veces no...
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“Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. Declaración Universal de los DD.HH IVÁN PÉREZ CONCENTRACIÓN 25S “RODEA EL CONCRESO” No corren buenos tiempos para el periodismo y, desde luego, 2013 no ha sido un buen año para la profesión. 4.434 periodistas perdieron su trabajo; mejor dicho, a 4.434 periodistas les robaron su profesión, su vocación, condenándoles a una lucha darwiniana por la supervivencia, en búsqueda continua de un bien tan escaso como el trabajo. Los datos son demoledores. Un total de 73 medios tuvieron que echar el cierre. A esto hay que sumar la reducción generalizada de salarios y el empeoramiento de las condiciones laborales que implican contratos cada vez más inestables, más horas de trabajo y menor pluralidad. En este enclave de precariedad laboral, cada vez hay menos ojos y cámaras profesionales que puedan contar qué sucede. Por eso, la información es hoy un derecho amenazado. Ruedas de prensa sin preguntas –incluso sin personas físicas-, chalecos identificativos para la prensa que solo buscan controlar y detenciones y requisamientos de cámaras son solo algunos de los ejemplos de una política de asedio a los periodistas demasiado evidente. Pero en medio de esta sociedad oscura, donde el paro arrecia y el amiguismo resurge como nunca, aún ocurren cosas insólitas, cosas realmente extraordinarias. Periodistas que se atreven con todo, que no están dispuestos a formar parte del juego mediático. OLMO CALVO “VÍCTIMAS DE LOS DESAHUCIOS” Olmo Calvo y su serie de fotografías tomadas en distintos barrios de Madrid y que relatan el miedo y la impotencia de las víctimas de varios desalojos hipotecarios, son un gran ejemplo. Imágenes crueles que cuentan la realidad. Con víctimas de los Desahucios, Calvo ganó el pasado año el Premio Internacional de Fotografía Humanitaria Luis Valtueña, que anualmente convoca Médicos del Mundo. No es la primera vez que Olmo Calvo rompe moldes. Ya lo hizo en 2010 con su trabajo junto a Edu León sobre redadas de inmigrantes en una serie fotográfica que titularon Fronteras Invisibles. Un trabajo que les...
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